Luz verde, buena suerte;
Luz verde, te sigo;
Luz roja, un vómito en el baño,
Luz morada, un columpio en la entrada,
Luz blanca, dirige las luces y prende el fuego.
2.40, prende los corazones de colores y que se pongan a llorar.

No importa la luz, la pista o el vals, en este lugar los encuentros no paran. Aquella vez que salí, después de no salir por más de dos meses, no sabía que sería la última en la que me enfrentaría al espacio construido de mi preferencia, a los gestos exagerados de noche, al escenario invadido por el desencuentro con la ternura, los recorridos de los sillones a la barra o de la mesa a la pista iluminada. Noche de encuentros veloces dejando una estela en la memoria, veloces como los arrancones en la avenida principal en la madrugada de un día cualquiera de esta ciudad.
Antes de ir al lugar, me tomo una hora para diseñarme, me compongo a mi gusto y tengo el control de mi forma de presentarme con el mundo a través de lo que me pongo y lo que decido ser. Me pongo las plataformas mientras me maquillo y escucho a Self Conttrol, dispuesta a habitar la pista de baile con mi perreo magnífico y si tengo suerte que Vagina Davis me invite a bailar con ella. Hablar de escenarios acondicionados, habitados temporalmente, por algunas horas, con el fin de divertirte; como si habláramos de una boda de rancho o un bautizo, me parece importante porque suponen formas de habitar el mundo, de encontrarse y presentarse con el otro. Los Nightclubs son los precursores de espacios que ofrecen una experiencia temporal, son espacios de apertura y cierre, de luz roja y verde, con una puerta enorme de salida. No terminan de recordarme a los jardines, como cuando en la película de María Antonieta se reúnen todos en el pasto a embriagarse y cagarse de risa. Representa éste rectángulo en el que pasan muchas cosas al mismo tiempo.
Si bien, contar con espacios construidos y ambientados, es de lo más usual, encontrar entre ellos recorridos que suponen formas de relacionarnos con, nuestros cuerpos, los cuerpos de los demás y los objetos de manera que podemos tirarnos al suelo mientras una Drag Queen hace su show, usar una peluca rosa porque con la luz de bola se ve preciosa o pedir el espacio para bailar con tus amigos a solas para subirse a las mesas, saltar entre los sillones o bailar en la pista solo, es ya reconocer que el espacio ofrece una estructura única para que en ella se desplacen los cuerpos que bailen.
En el imaginario social, el night club es visto como un lugar para embriagase o como espacios que no tienen conexión con lo que pasa fuera. Sin embargo, a lo largo del tiempo estos lugares han incubado proyectos que buscan crear instituciones culturales democráticas y que permitan una participación que vaya más allá de la mera interpretación de la obra. Un ejemplo de esto es la Discoteca Piper en Turin donde los arquitectos buscaban generar un espacio que ´pudiera configurarse arquitectónicamente según lo que sucediera, de hecho fue llamado el “pluriclub” debido a los programas de moda y lectura de poesías levadas a cabo en un espacio que también servía como disco por las noches. El caso de Pxssy Palace, el club que es una forma de resistencia conformado por Drag Queens, personas Queer, homosexuales y trans.
Los hábitats y las atmósferas acondicionadas y creadas, suponen una serie de eventos que significan un encuentro con el otro, en donde el espacio es algo más que un lugar en el que suceden cosas, más bien es una esfera compuesta por un rango de valores y un set de relaciones que lo componen, en el caso de estos clubes es que el espacio sea flexible y cualquier persona que entre pueda sentirse bienvenida.
Me gustaría poner atención en las prácticas que tienen la intención de que quien las visite, además, de que son espacios ya montados y con una dirección con el fin de generar una experiencia estética. Representan la puerta dibujada con gis en el piso que se abre para nosotros, un plan para nuestros cuerpos, un itinerario breve e inestable; pero no por eso, menos planeado. Exploraciones que generan nuevas concepciones de imágenes, ruido, voces, gemidos, suspiros que desdibujan las líneas de los universos performáticos y sobre, todo, reclaman un espacio para nuestros cuerpos, en una forma de participación colectiva que no tenga que ver con la naturaleza obsoleta de la labor y de “estados de encuentros impuestos”: El contexto actual cultural genera espacios preestablecidos que limitan las posibilidades de intercambio humano, esta mecanización de las funciones reduce poco a poco las posibilidades de relaciones, por lo tanto, reduce el espectro de formas, no sólo de relacionarnos con el espacio y los demás, sino la forma en que nos presentamos al mundo, el cómo nos vestimos, nos desvestimos, bailamos, maquillamos, peinamos…
Entre la universalidad en la forma en la que nos vestimos, determinada por marcas o la uniformidad de la ropa de trabajo, escuela… los Night Clubs han sido a lo largo del tiempo espacios de resistencia y versatilidad en las que el cuerpo ocupa recursos de fantasía y artificiales, pero no dejan de existir y ser reales. En este espacio ¡hay lugares!, sobre todo para los cuerpos incomprensibles. Si lo llevamos al lado de lo camp, que en el año pasado de la Met Gala, cuando se anunciaba apenas, las personas confundían el término con el acampar y por más que me guste el video de Bardia Zeinali para Vogue, me parece importante recalcar que este movimiento tiene origen en los campos franceses cuando homosexuales exageraban los gestos de hombres y mujeres. Aunque ha cambiado con el tiempo, ahora me gusta retomar a Susan Sontag con “Notas sobre lo Camp” donde menciona que lo Camp es el amor por la exageración, un movimiento en el cual pudiéramos llevar o ser una obra de arte, es verter una estética que encarna la victoria del estilo sobre el contenido, la estética sobre la moralidad y la ironía o el sentido del humor sobre la tragedia. Justamente lo Camp comprende que las experiencias estéticas no están basadas en el descubrimiento de la sensibilidad a través de la alta cultura ya que ésta no tiene el monopolio del refinamiento; simplemente el buen gusto o la forma “correcta” u “ortodoxa” es una construcción en el imaginario social. Donde el cuerpo es el gran actor utópico, hablamos de las máscaras, maquillaje, peludo. operaciones mediante las cuales el cuerpo es arrancado del espacio convencional para ser proyectado en otro espacio.



ENCUENTROS ACONDICIONADOS


EL NIGHT CLUB Y EL CAMPING
POR: SALMA CARBAJAL

TU PIEZA DE MÁRMOL ES MÁS FRÁGIL ENTRANDO A TU MUSEO QUE MI VASO DE LA PEDA CUANDO ACABA LA FIESTA
MENCANTAAAA