EL ARTE EN LA ERA DIGITAL
A mis doce años yo no sabía bien que era el arte digital pero estaba seguro de que yo quería estudiar esa cosa.
Juan Pablo Estevez - viewmongus

Durante los últimos meses nos hemos encontrado vulnerables y expuestos al virus, sin la seguridad de nuestros conocidos espacios, tanto de exhibición como de encuentro y diálogo con otras y otros que configuran un sector artístico a nivel barrial o local. Nunca había pasado tanto tiempo sin asistir a una expo de la banda de arte de la ciudad, sin escuchar novedad sobre la producción de alguno o de los debrayes de otro, sin echar huateque y trago en el mismo bar en donde se juntan los mismos morros y viejos del teatro de artistos que conocemos.

Éramos felices y no lo sabíamos, pero vivíamos en la precariedad y eso si lo sabíamos.

La propuesta emprendedora, los improvisados conversatorios, las exposiciones malhechas y las galerías emergentes nunca habían hecho tanta falta, y nunca se habían visto en tal momento de crisis.
La cohesión del público y del sector más campechano que conozco no estaba preparada para tal agitación, el valor y la sensibilidad con la que laborábamos, la colectividad y la inquietud se vinieron abajo, nos estancamos en nuestros estudios, espacios y talleres porque aún no sabemos cómo lidiar con esto., así nos enfrentamos al reto de la hibridación, la distancia, la digitalidad y la reformulación de nuestros proyectos, experimentales o no, ahora tendrían que serlo.

No nos estamos perdiendo de expos chingonas o de performances bizarros, en particular estamos perdiéndonos de los esfuerzos de los otros, de encontrarnos en los lances de sus proyectos, propuestas y ocurrencias. Estamos perdiéndonos de descubrirnos haciendo del sector de arte una cosa cada vez más fregona para hacer lo que mejor sabemos hacer.

Estamos pérdidas pero mientras tanto estamos aprendiendo a situarnos, a ubicarnos en una cosa más allá de nuestro nicho de bares y artistos, aplicando el multitasking y dándole a la virtualidad para mantener en pié aquello que nos importa tanto y que con mucho esfuerzo hemos conseguido levantar. Los artistas invitados mes con mes, las charlas, los proyectos con comida o con cuerpos desnudos por las calles, las expos, las prácticas con basura o con estructuras habitables, proyectos en proceso y espacios con propuestas singulares.

Se espera mucho del sector artístico -a nivel global- experimentación, agilidad, innovación, ruptura, para mantener la interacción con nuestro público y nuestros conocidos del medio, sostén para los artistas, mercado para las galerías y quórum para nuestras manifestaciones digitales.

Gracias por tanto, perdón por tan poco.

Nuestro trabajo si bien se desarrolla pensando en cosas como el espacio público, la participación, la colectividad, el encuentro y las interacciones que se promueven entorno a nuestras ocurrencias. No estábamos listos para tal movimiento, para tal transición bruta de nuestros proyectos a la virtualidad, para conspirar a la distancia y concretar resultados que se acerquen lo más que se pueda a lo que veníamos haciendo, charlas en vivo, subastas online, canales de reproducción, el puto streaming y la pinche screen. Lo mismo pero diferente.

¿Qué opciones tenemos? ¿Cómo vamos a reconfigurar nuestros proyectos? ¿Cómo mantener una economía de esta manera? ó ¿Cómo le hago para hacer un live en facebook?





La urgencia con la que el sector artístico migra a la digitalidad es un factor de la crisis cultural que aún vivimos -además de la pandemia- y de la falta de políticas para sostener nuestra inconsistente red de colaboraciones diversas. Los proyectos del sector artístico se han visto en la necesidad de encontrar opciones que aseguren las medidas de sanidad pero que también oscilen entre lo más innovador y lo más parecido a la normalidad. Las redes sociales nos han hecho un parote para conciliar estrategias que nos permitan continuar con nuestras labores profesionales y creativas, para mantener nuestros proyectos en pié y nuestras redes estables, singularmente hemos aprovechado la WiFi para mantenernos con vida.

Indudablemente ya no estamos haciendo lo mismo, pero tampoco lo estamos haciéndolo de una manera diferente, encontramos una única salida porque parece sensato seguir la tendencia de los más experimentados, dejamos de lado nuestros objetivos centrales para treparnos en el tren de la virtualidad sin rumbo fijo, ciertamente la incertidumbre abunda en este tiempo, pero reconfigurar nuestros proyectos y sus posibilidades puede tomar un respiro antes de aventarse a la deep web.

Ya nos caracterizamos por ser creativos y diversos, por proponer cosas singularmente artísticas y desarrollar proyectos multifacéticos, pongamos atención a los procesos internos y a las reflexiones en cuanto a nuestros espacios, para integrarnos con nuevas formas de introducir experiencias como las que solo nosotros podríamos crear, aprovechando las emergentes tecnologías el potencial creativo y la precariedad de siempre.

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